5.02.2011
Que no se fuerce a nadie de venir a rendirle tributo al sueño de los justos, pero que quede manifiesto del dolor abundante que recorre las escaleras descendentes con las sangres. El llanto, el hambre, las ansias, la desesperanza, el desconsuelo, la miseria, la barbarie de las balas, el trauma de las ausencias, la puerta abierta del vidrio roto, no se pagan con ninguna execra pública, ni con la danza de las marchas puritanas de los cientos que aprovechan las calles para decir su mediática indignación, porque también se convierten en un mandato autoritario y oligárquico; se pudren también en los lamentos del pasado sin apologías, sin voz, sin nombre, sin la tortura que de verdad dolía y duele. JorgeDíaz®